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Música clásica en el autobús


MÚSICA CLÁSICA EN EL AUTOBÚS


Aquellos que como yo viajan en autobús popular todos los días, se sentirán identificados con esta pequeña historia.

Se trata de la reciente y grata sorpresa que me llevé de camino a mi destino estudiantil. 

Un joven extranjero (cuyo origen realmente no importa) ayudado por un parlante portátil manejado por una mujer que cumplía la función de asistente, nos deleitó con las "Cuatro estaciones" de Vivaldi, interpretada con un violín sencillo pero poderoso, para los extrañados pasajeros (que repentinamente nos trasladamos a un teatro sobre ruedas). Entonces prestamos oídos atentos a la música sublime que de fondo sonaba entre el tumulto de la radio con sus anuncios vulgares. En medio del movimiento acelerado del autobús y los empujones de los apresurados usuarios, el joven realizaba movimientos espectaculares en una perfecta concentración. Aparentaba estar en un lugar completamente distinto al que nos envolvía. La pista que lo acompañaba mejoraba significativamente la envoltura de acordes que ingresaban a nuestra cabeza, poco acostumbrada a escuchar estas notas en un lugar tan ordinario, en el que por lo general, lo que se escucha a todo volumen, es el contaminante sonido sexista y antipoético del raggaeton.

Si algo que todos los grandes escritores y escritoras recomendaron a los noveles autores, a lo largo de los tiempos, fue estar siempre atentos a lo maravilloso y sorpresivo de la realidad cotidiana.

En ocasiones, el lugar menos pensado se transforma en un espacio digno de relato, y los rostros y cuerpos que se entrecruzan como simples desconocidos, pueden llegar a formar parte del interesante y extraordinario grupo de personajes literarios.








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